viernes, 23 de julio de 2010

Capitulo 3. Mi nueva habitación


-Esta bien, esta bien... Me quedo...- Dije en la mañana de mi tercer día. Ya me habia hartado de que Jared me insistiera las 24 horas del día que no podría estar más a salvo en ningún otro lugar.

La noche en que llegue a las cuevas, poco después de que Ian y Wanda se hubieran besado frente a mis ojos, llegó un señor de barba blanca y mirada amable que dijo llamarse Jeb.
Jeb me contó como funcionaba todo en esas cuevas, y me dio un recorrido, de esta forma fue como descubrí que no era solo una cueva, si no más bien como una red de estas... algo así como un enorme queso suizo, con muchas entradas circulares por aquí y por allá...
Habíamos pasado por un pasillo con varias entradas cubiertas de diversas formas para simular puertas, cuando Jeb me preguntó por primera vez si me iba a quedar con ellos, le respondí con un leve encogimiento de hombros; no insistió más y continuó con el recorrido.

Así que tres días después de mi llegada y ya habiendo conocido a todos los humanos que habitaban ahí decidí por fin que me quedaría a vivir ahí después de todo ¿A dónde iba a ir?

-Genial- Dijo Kyle desde el otro extremo de la cocina; Kyle era el hermano de Ian, y su parecido era asombroso, y a pesar de que apenas lo conocía me caía muy bien, al igual que Sol que era el alma que ocupaba el cuerpo de su amada Jodi, y aunque Kyle la amaba profundamente había aprendido también a querer a Sol al saber que no podría recuperar a Jodi.
Pero aunque la mayoría de la “población” me caía excelentemente bien, había una gran excepción: Lacey; en cuanto llegue a las cuevas me empezó a acosar con preguntas sobre el mundo en esos momentos, sobretodo quería saber si no notaba debilidades en la red de trabajos, responsabilidades y beneficios perfectos que habían creado las almas. Simplemente insoportable...

-Que bien que entraste en razón Nessa- dijo Jared usando la abreviatura de mi nombre con la que me había empezado a llamar Jeb- aunque después de todo, no iba a permitir que salieras allá y murieras de sed en el desierto eh!

-Mi héroe...- dije en voz baja y con cierto tono de sarcasmo- Pero tienes razón, además aquí no se vive tan mal

-Ahora tenemos que acondicionarte un mejor lugar para que puedas habitar ¿No crees?- Me dijo Ian- Y creo que tengo el lugar perfecto para ti... digo, nada planeado...

Así que después de comer una extraña sopa de algún tipo de cosa esponjosa y un buen pedazo de un delicioso pan, Ian me guió hacia un pasillo algo alejado el cuál no había recorrido...

-Mira acabamos de descubrir esta pequeña cueva hace unas semanas, aún no está habitada, quizá te agrade- dijo haciéndose a un lado para dejarme ver el pequeño agujero por el que se había asomado. Me agache un poco y entre.

Lo que vi ahí me dejó verdaderamente deslumbrada era una pequeña “habitación” de unos 12 metros cuadrados, era de un techo bastante alto por donde podía vislumbrar las estrellas de la apenas empezada noche, pero eso no era todo. En el centro de la habitación había una colchón matrimonial que dejaba libre solo un metro de cada lado y un par más hacia donde nosotros estábamos; a la derecha de la nada improvisada cama había 3 pequeñas repisas y un espejo algo desquebrajado, y del otro lado había una caja puesta como mesa con una pequeña lámpara de gas encima.

-Nada ostentoso...-le dije al recordar la pequeña colchoneta en un rincón de la sombría cueva que compartía con Lacey en la que había dormido los dos últimos días- Al fin y al cabo todos aquí viven rodeados de lujos- lo miré acusadoramente- no puedo aceptar, solo mira esto! Es muy... grande. Quizá debieras venir a vivir aquí con Wanda... o Jared y Mel... no se, pero yo no puedo

-Oh vamos! Como si no te gustara, además todos los que viven aquí ya se acostumbraron a sus cuevas, nadie va a querer mudarse y menos ahora que vienen las temporadas de lluvia y deben de tener otras cosas en la cabeza, cosas mucho más importantes. Cuando llegaste enseguida supimos que te quedarías, y ya no quedan cuevas por compartir aparte de la de tu sabes... Lacey, y tengo la impresión de que no te llevas muy bien con ella...

-Bueno, no es una perita en dulce, pero podré soportarlo- Dije pensando en lo genial que sería despertarme sin su chillante voz resonando en mi cabeza todo el tiempo

-No está a discusión, además Jared y yo nos hemos pasado los últimos tres días terminando de arreglarla así que no la puedes despreciar, no lo acepto; ven vamos por tus cosas
Claro, por mis cosas se refería a una playera y un pantalón que me habían donado los demás, solamente eso, no tenía planeado vivir en un poblado de humanos rebeldes cuando salí de casa hace 5 días... en fin. No iba a discutir con Ian... suspire... Ian... la forma en que me trataba, como nadie más lo había hecho, con tanta comprensión, cariño, paciencia... y luego sus ojos... sus flamantes ojos azules..

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